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Bancals-Ingeniería

Iñaki Rubio y David Casado-Neira

Denia, 31 de Mayo de 2023

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Bancals de pedra seca

Iñaki Rubio

El entorno natural valenciano resulta inseparable de una práctica que desde el siglo XVII viene peinando territorios y paisajes. El acto rutinario de apilar piedras sin mortero hasta formar marges (márgenes) dio lugar al más empecinado esfuerzo de colonización de laderas, barrancos y paredes que conoce esta tradición, haciendo de las tierras vanas y no cultivables la columna vertebral de una economía de secano que alimentó la época dorada de la exportación costera valenciana de uva pasa.

Tras el gesto simple de colocar piedra sobre piedra acomodando los cantos, una idea arquitectónica asentó una poderosa economía mediterránea capaz de lidiar eficazmente con los condicionantes que el clima ofrece. Por un lado, la piedra erosionada e irregular, recogida con facilidad, despejaba las propias laderas de los problemáticos sedimentos que eran aprovechados para construir las terrazas. Y por otro lado, prescindir de mortero no solo facilitaba el proceso, sino que permitía a los muros desaguar las vivas lluvias torrenciales sin ofrecer resistencia al empuje, evitando el colapso.

La plaga de filoxera que aniquiló las cepas de vid que hacían de motor de la exportación hasta los años 20 y 30 del siglo pasado, dejó en el lugar de las terrazas de piedra seca un cementerio del que poco a poco iría reapropiándose la “naturaleza” ante el abandono de los colonos que los construyeron. El paisaje ahora aparece atravesado por estos vestigios algunos bien conservados, otros que han ido derruyéndose sin encontrar manos que los refuercen, y otros muchos han sido directamente sepultados por las edificaciones de chalets —también colonias, pero de ingleses, franceses y alemanes— que en los 70 reemplazaron la fallida economía agraria local.

Los bancales y terrazas de piedra seca son hoy parcelas de territorio en disputa, lugares donde leer los avances, retrocesos, síntesis y digresiones entre aquellos dos clásicos opuestos, naturaleza y cultura, en un paisaje particular. En ellos aparecen trenzadas estas arquitecturas, chalets de inmobiliarias belgas, la flora endógena, los incendios que tristemente despejan estas estupendas médulas, la reforestación que las vuelve a recubrir un tiempo más, y el desierto que aprieta desde abajo.

Ingeniería en bancal

David Casado-Neira

En las faldas del Montgó a las espaldas de Dénia y en otros muchos lugares de la provincia se pueden aún reconocer los esqueletos de antiguos bancales. Los muros de piedra desfilan por las laderas, unas veces en largas extensiones (en las zonas más bajas y productivas), otras en valles de montaña que aprovechan para hacer cultivable fincas aisladas. Unos fueron dedicados al cultivo de vino, otros de almendra, otros de olivos. Hoy muy pocos están en uso o han sido recuperados para el cultivo. Desde los años 30 han ido cayendo en desuso pero siguen persistiendo en el paisaje. Son como los restos de antiguos animales, inmensas serpientes que se han secado al sol y que muestran sus espinas vertebrales. Son lo que queda de formas de vida campesina. Las de las inmediaciones de Dénia responden a un gran proyecto del siglo XIX para el cultivo de uva. Los terrenos eran ocupados por colonos nos explica el cartel de una ruina de una de las casas que se construyeron en su momento (Casa de Colónia). La Crisis del 29 acabó casi de un plumazo con las explotaciones.

Ruina sobre las ruinas. Los bancales aparecen y desparecen de la vista. En ocasiones cubiertos por nueva vegetación: pinos de repoblación y monte bajo, alguna chumbera, matas de romero, lavanda… Dando la ilusión de que estamos en un terreno que ha recuperado su estado original.

En ocasiones se desvanecen entre los roquedales del terreno erosionado. En ocasiones son cortados por nuevas edificaciones que rompen la continuidad de la línea, muros de chalets que cercenas los bancales, convirtiendo en terrenos urbanizado antiguo terreno de cultivo.

Un terreno humanizado que ha sido superpuesto por otras formas de humanización que lo diluyen y lo hacen emerger como algo incuestionable. Vieja ingeniería social y agrícola, viejas técnicas de construcción en seco y de cultivo, que fueron modernas y transformadoras en su tiempo. El viejo paisaje agrícola también fue una repoblación de gentes y viñas.

Ahora cuando no se ve es porque está asilvestrado, repoblado o ha sido destruido, cuando se ve es porque está erosionado o construido. Tengo la sensación de que todo a nuestro alrededor son bancales presentes y ausentes.