Hija de inmigrantes
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Hija de inmigrantes, de Safia El Aaddam

Magdalena Caccia

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Hija de inmigrantes es el primer libro de la activista y escritora Safia El Aaddam, nacida en España, de padres marroquíes. Se trata de una novela con tintes autobiográficos, que cuenta la historia de Lunja, una niña que vive en Cataluña con sus padres -marroquíes que hablan muy poco español a pesar de haber llegado a España hace bastante tiempo-, y sus hermanos. A lo largo del libro acompañamos a Lunja durante diferentes etapas de su vida: niñez, adolescencia y juventud, y en todas aparecen las marcas de la migración, aunque como ella misma afirma, resulta paradójico porque nació en España y nunca migró. El libro, de una escritura muy ágil y sencilla, logra conmover: es imposible no sentir simpatía hacia la protagonista y su familia; al mismo tiempo que rabia, e incluso desprecio, hacia todos los agentes del Estado que aparecen en diferentes circunstancias. Son docentes de escuela, trabajadoras sociales, burócratas de distintas oficinas que no se molestan en lo más mínimo en lograr que personas que no hablan español entiendan lo que se les está diciendo; oficiales del registro civil que dudan de un matrimonio entre un español, blanco y una hija de inmigrantes, que ni documentación española tiene.

El racismo estructural, ese que nada deja por fuera, aparece durante todo el relato: en las burlas por su ropa, su pelo, su color de piel, su olor, su nombre impronunciable (tanto que hasta le cambia una letra para “españolizarlo”), la costumbre de hablar mirando al suelo y bajito, e incluso en el doloroso recuerdo de un abuso sexual sufrido en la adolescencia. En el mundo de los hijos de inmigrantes, los niños se convierten en adultos más temprano de lo que deberían, se vuelven intérpretes, mediadores; mientras que los adultos (padres, tíos, abuelos) son continuamente infantilizados por una sociedad que todo el tiempo les recuerda que en España están viviendo “de prestado”: “A ver, Aslal, ¿y por qué parís hijos si no podéis mantenerlos? Que te los hemos mantenido nosotros durante mucho tiempo. Una solución podría ser que os volvierais a Marruecos…”

Los documentos, la importancia de “tener papeles”, son una figura recurrente a lo largo del texto. La protagonista y sus hermanos no son ciudadanos españoles, a pesar de haber nacido en Cataluña, pero tampoco son marroquíes, ya que no nacieron allí. “No estás ni en un mundo ni en el otro”. Recuerda a los apátridas, aunque no se llamen a sí mismos de ese modo, tampoco tengo claro que sea esa la figura legal que los engloba. Según datos de prensa, hay más de medio millón de personas en España en esta situación, el movimiento Regularización Ya lo viene denunciando hace bastante tiempo. Al igual que los papeles, el idioma ocupa un lugar central, hablar bien el castellano es un requisito para ser alguien en el nuevo país, para demostrar que el origen se ha borrado y que la asimilación ha sido exitosa: “Quería ahorrarme una bronca y que mis padres nos dijeran que, aunque habíamos nacido en España, no sabíamos leer. Como le pasaba a Udad cuando suspendía la asignatura de castellano o de catalán, qué risa. Nuestros padres le decían que si no sabía hablar, que si acababa de llegar de Marruecos, que si no sabía leer…”

Lunja, la niña que no llora, se convierte en una adulta que trabaja en un centro de acogida para menores migrantes, oficia un poco de traductora, un poco de psicóloga y otro poco de hermana mayor. Ella misma se vuelve una especie de refugio para adolescentes que cargan con historias de expulsión y represión terribles. El libro apunta a mostrar la carga mental que supone enfrentar este tipo de situaciones durante años, poniendo en el centro a la salud mental de las personas migrantes, o hijas de. En este contexto, todas las estrategias de apoyo y contención posibles, como compartir comida o nombrarse como familiares cuando no lo son, crean refugios en el medio de la hostilidad. Son refugios efímeros, pero sirven para sostener la cotidianeidad en vidas que transcurren en un entorno de exclusión continua.