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Indicios de victimario

David Casado-Neira

Tübingen (Alemania), marzo de 2023

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Un joven es apuñalado en el parque central a las cinco de la tarde en una apacible ciudad universitaria alemana. Uno de esos lugares en los que “esas cosas no pasan”, en la que la criminalidad es de baja incidencia. Las discusiones y declaraciones se prolongan durante días, se van apagando y tardan en ser reveladas por otras. No es la sucesión de sucesos violentos lo que hace caducar los previos, solamente su disolución temporal.

El parque es el antiguo jardín botánico de la ciudad, funciona como nudo de comunicaciones para ciclistas y peatones, es lugar de tránsito entre un punto y otro de la ciudad, y de descanso con sus árboles viejos, la zona de juegos infantiles con desniveles, rocas y arenas, área de picnic y esparcimiento de los estudiantes sobre su césped, su palomar (en el que los huevos de las palomas son sustituidos por otros de yeso para controlar su población, sus cagadas), y su zona peligrosa (un lateral no especialmente escondido), es decir de trapicheo de drogas. No está escondido ni retirado del resto del parque, de hecho es visible desde cualquier punto pero se evita.

Un joven originario de Gambia, un menor no acompañado que después de años aún espera a que su situación legal de permanencia se haga definitiva es apuñalado a las cinco de la tarde, muere a pesar de la asistencia sanitaria ese mismo día.

El alcalde de la ciudad, conocido y controvertido alcalde verde, hace unas declaraciones racistas en su perfil de Facebook al día siguiente sobre el parque: “Es un lugar público de tráfico de drogas, que está básicamente en manos de los refugiados de Gambia […] Ahora parece que un traficante ha sido apuñalado. Es una cosa horrible. No se puede justificar tal hecho”. Y lo califica como “solicitante de asilo criminal”. De víctima y victimario. Un día más tarde en una entrevista en la prensa local* bajo el titular “No son especulaciones mías” argumenta contra la política de asilo a la inmigración, la política antidroga y contra esos hombres “que masculinizan el espacio público”. Y se defiende de las acusaciones de racismo bajo el argumento de que son hechos, de que el joven era conocido por la policía por tráfico de drogas, que pesa sobre él una acusación de violación. Y no acudirá al acto de duelo público por el joven al no haber sido explícitamente invitado por la familia.

Sus hechos son indicios, pautas y perfiles que ya le permiten no dudar de los motivos del crimen. El alcalde se presenta como objeto de una iniciativa de personas que se niegan a aceptar lo evidente, la realidad. La prensa desmiente las acusaciones de violación. La policía declara oficialmente que la investigación está en curso y no se puede afirmar nada con respecto a los motivos del asesinato, el presunto asesino ya se encuentra detenido. En los días siguientes se levanta una ola de indignación. Se producen declaraciones de otros responsables municipales, cartas en la prensa, manifestaciones, pintadas y pegatinas, comentarios en redes sociales, etc. denunciando la actitud recurrentemente racista del alcalde.

*Lohr, Sabine y Watson, Miri (2023, 28 de marzo). Ich habe nicht espekuliert. Schwäbisches Tagblatt.