Home » Viñetas » Las cosas del contar (de regreso en Palo Alto, y II)

Las cosas del contar (de regreso en Palo Alto, y II)

Gabriel Gatti

Palo Alto (EE.UU.), 2 de Junio de 2023

Copyright

Cuando estuve en Palo Alto en 2019-2020 trabajé sobre las nuevas formas de desaparición; usaba entonces una definición ampliada de la cosa, esa que decía que desaparición es ahora descuento, es decir, estar fuera del cuento (no tener relato), fuera de cuentas (no tener registro) y fuera de lo que se tiene en cuenta (no tener cuidado). Vamos, lo que da sentido a este proyecto. Es una definición que sigue funcionando; es buena, por qué negarlo. Con ella estaba cuando los yanquis se pusieron a contarse a sí mismos, para el censo de 2020, y por eso las calles del área de la Bahía se llenaron de mensajes sobre el tema. Retuve unos, los destinados a la población hispana a la que les invitaban a dejarse contar para que así, decían se les tuviese en cuenta. Hay varios ejemplos de esa campaña en este link; sirva también para eso esta imagen:

Lucida campaña, sí. Me gustó tanto, me pareció tan oportuna, que en las primeras páginas del libro Desaparecidos. Cartografías del abandono puse esto:

«En los cartelitos de publicidad de los trenes del Caltrain o en los paneles laterales de los autobuses del área de la Bahía, se lanzan llamados a la integración de quienes están fuera de la comunidad, pero cerca: “Hágase contar”, “Únete al conteo”, “Hazte escuchar”. Estado, sociedad, comunidad, familia o, si se quiere tocar la institución que atiende, escuela, hospital, vecino, policía, municipio; todo eso cuida y acoge. Es una enorme y poderosa red que nos hace narrables y contables a los que estamos en el centro o cerca de él; también a los que están en el borde, para los que inventamos maquinarias poderosas, que funcionan conjugando verbos como integrar o declinando sustantivos como equidad, y aunque esas conjugaciones y declinaciones no alcancen siempre la intensidad deseada ni el éxito esperado, marchan, y para esos y esas del borde, pobres, marginales, otros, sirve si se les cuenta y se les tiene en cuenta. Es cuando eso ocurre que entran al refugio, como nosotros».

Volví por allí hace poco, en mayo de 2023, y me chocó que ya sin censo en marcha los autobuses de San Francisco siguiesen invitando a incorporarse a nuestro cuento a través de otra campaña con un mensaje similar que aquel de 2020: hacerse contar. Le saqué una foto, la deje ahí en el Onenote para hacer una cata después, pensando que lo que era coyuntura (censo) era ya estructura (desaparición social) o toma de conciencia de que ya sí, de que la cosa era algo grueso que merecía atención permanente. Hasta que vi la foto en detalle y me di cuenta que quien no contaba era un neonato que quería contar y que para contar, aun sin voz, él (o ella), pedía que lo contasen y lo cuidasen, y vi también que la campaña no era del estado sino de una iniciativa —Gabriel project— con aire de estar vinculada con la Iglesia, sin llegar a ser Provida, o sí, pero suave.

Hacerse ver para hacerse cuidar, ser contado para ser asistido y, en fin, nacer… Me choca que las preocupaciones de los que hacen censos, de los activistas que animan a la visibilidad de cualquier subalterno, de los que trabajan con desaparición coincidan. Me acuerdo al ver esa hermandad de otra frase del libro, del mío, esta:

«Al llegar a Santa Fe, Ainara nos habla desde la parte de atrás del coche de niños adoptados, de indígenas, de un aborto y del estatuto de lo que no nació, de su abuelo, de otros muertos vivos. Los llama a todos, sin miedo, desaparecidos. Entendió, se dio cuenta de que los viejos apaches y los niños perdidos pueden pensarse con los mismos nombres, que aunque no lo parezca se comunican y que si no considero a uno no puedo entender al otro»

Eso, me choca.