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Paralelismos inesperados

María Martínez

Madrid y Valencia, 25 y 26 de Agosto, y 3 y 11 de Septiembre de 2023

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Llevamos pocos días de vuelta en Madrid, ni 10. El calor es alto, pero no sofocante (no lo tenemos acumulado en nuestros cuerpos aún). Aún así elegimos el parque de la bombilla que tiene mucha sombra para pasar una tarde. Quedamos con amiguitos/as de Adrien que están ya por la ciudad. Yo me uno más tarde atravesando el parque desde mi despacho en la UNED hacia la zona de juegos. Al pasar, cerca de las vías de cercanías que van a lo largo del parque, dos tiendas de campaña. No sé si hay alguien dentro o no, si son de turistas hippies que no quieren pagar alojamiento en Madrid, o de quienes su hogar son esas tiendas. Tomo la foto porque es la primera vez que veo esos elementos en la ciudad.

Al día siguiente, me voy a hacer algún recado doméstico; toca volver a llenar la despensa. Me acercó al Carrefour más cercano a nuestra casa que está junto al metro Campamento, en Aluche. Es un barrio obrero en el que se ve en ocasiones a gente pidiendo, particularmente a la entrada del supermercado, pero que nunca están allí más allá de unas pocas horas. No son residentes de la calle, aunque usen la calle para conseguir algo de dinero. Ese día me encuentro otra escena que me sorprende. Acabo de volver de la estancia en Buenos Aires y pasé en ese tiempo por Sao Paulo. En ambos lugares (más en el segundo que en el primero), es común ver a gente de la calle, para quienes la calle es su hogar, no tienen otro. Pero no aquí. ¿O sí? Frente a la salida del metro, bajo una zona cubierta que deja la entrada de algún edificio y algún negocio (una sucursal bancaria particularmente, también una farmacia) 1 mujer están sentada sobre un colchón. Tienen algunas mantas, aunque ahora no las usa porque no es la hora, también veo algún enser que otro.

Tras terminar las compras vuelvo a pasar por el mismo lugar. En el momento anterior no me había fijado, pero junto al cártel que anuncia el metro, ese que tiene los mapas de la ciudad y de su red de transporte, al tiempo que sirve de panel publicitario, hay instalados dos carros del mismo Carrefour llenos de objetos. No es un carro de la compra lleno de lo que se acaba de comprar, sino que parece ropa personal o de cama. Son los armarios del espacio de vida del colchón que está a un par de metros y en el que ahora además de la mujer hay dos varones.

A principios de septiembre tengo que ir a Alzira (Valencia) a los tribunales de examen de la UNED. Vamos el día antes para pasar el día en Valencia. Nos quedamos en un hotel cerca del oceanográfico. La entrada del hotel está en unos soportales. A unos metros de la salida del hotel, veo un bulto a la mañana. Es un bulto de un saco de dormir (imagino que hay alguien durmiendo debajo) y junto al bulto varias mochilas bien cargadas. Podría ser, como en las tiendas de campaña de la primera imagen, un turista-mochilero que prefiere no pagar alojamiento; o puede que ese sea uno de los alojamientos que usa alguien que vive en la calle.

11 de septiembre. Primer día de vuelta a Madrid tras los exámenes en Alzira. Tengo que pasar por el rectorado de la UNED que está en la calle Bravo Murillo. Luego tengo que ir al despacho en la Facultad. Está a 45 minutos andando, pero la combinación de transporte es horrible, así que decido caminar. Es cuesta abajo, je. En una de las calles, delante de nuevo de una sucursal bancaria varias maletas (de esas grandes de ruedas) sobre las que cuelgan abrigos y chaquetas, también varias bolsas tiradas por el suelo, hasta una especie de baúl de plástico sobre el que también reposa lo que parece ropa. Podría ser basura, quizás lo es. O las propiedades de quien ha sido desahuciado (aunque es una zona en la que esperas desahucios por pija). Podrían ser las pertenencias de quien vive en la calle. Son muchas, no obstante.

Las cuatro escenas en cuatro días y dos ciudades diferentes me sorprenden. Eran comunes en mis itinerarios y paseos por Buenos Aires, fue la imagen de la que me quedé de Sao Paulo, particularmente en la Avenida Paulista, pero me resultan demasiadas y de demasiada intensidad en Madrid y Valencia. ¿Llegó el colapso?