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Parque-refugio contra las plagas

Gabriel Gatti

Bilbao y Stanford (USA), 1 de abril de 2023

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Hablaba —o sea, me mandaba mensajes por whatsapp— con una amiga de parques y colapsos y de la buena relación (invertida) entre esas dos cosas y justo me salió en el google photos uno de esos recordatorios diarios con los que me invade (y yo tan contento) con las fotos de “un día como hoy” de hace… Siempre los miro, porque siempre aparece mi hija, y eso es como un gatito en facebook: garantía de éxito. Y en las del 1 de abril de 2020 estaba esa, de uno de las muchas Preserves (que no es ni reserve ni park, sino algo a medias; es una especie de reserva natural habitada) que había cerquita de la casa que habitamos en Palo Alto entre 2019 y 2020. Esta no sé de dónde era, creo que Woodside; todas tenían nombres de lo más evocadores: Whisky Hill, Purisima Creek, Arrastradero, Old La Honda (esa me encantaba).

El mensaje para frenar el “spread of germs”, en tres idiomas, hizo guau en mí: colapso, catástrofe, miedo al descontrol. En fin, mundo de mierda, el que está por fuera. Y por dentro, tras el cerco, el cartel, el aviso, la pared o la casa, la posibilidad de una protección que, así leída, es solo eso, muro, mucho muro, puro cierre, solo muro. En una cata vieja sobre los refugios climáticos y el Antropoceno, pensaba en tres formas de concebir el refugio: refugio-muro, refugio-excepción y el refugio-feliz. El primero pone freno al mal hasta que se vaya, el segundo se parece a eso pero es aun más puntual, el tercero es un lugar de vida cuando el mal se instala y ya no hay más remedio que aceptarlo. Las preservas – reservas – parques se pensaron como lo primero (esparcirse por un rato, salir de un mismo, airearse) y están apareciendo cada vez más como lo tercero. Me repito, o sea, me cito: son

“la vida en la muerte posible. No solo preserva[n], aísla[n] del horror de fuera. Lo hace[n] habitable (…). Protegen del desastre del cambio climático, de la sequía, del futuro negro sin negarlos, integrándolos. (…) Después de la inundación no vino la calma, vino vivirla”.