teotski_photoElvia
Home » Dando cuenta » Sobre la exposición Molusma, de Elvia Teotski, en la Criée, Rennes, Francia

Sobre la exposición Molusma, de Elvia Teotski, en la Criée, Rennes, Francia

Carolina Kobelinsky

Copyright

Pensando con qué reseña de ‘producto cultural’ contribuir al dossier común, me di cuenta de que en los últimos tiempos no he leído nada sobre refugios, no vi ninguna peli ni nada sobre el asunto. Entre frustrada y resignada de pronto me vino en mente una exposición chiquita que visité en septiembre u octubre, no sé bien cuándo, en una sala de arte contemporáneo de Rennes (oeste de Francia). No sé por qué pienso en ella, me dije, porque no trata sobre el tema refugio. Intenté hacer memoria y me acordé de las decenas de pequeños saltamontes que andaban sueltos por la sala y que requerían que los visitantes cerráramos la puerta con cuidado para que no se fueran a la calle. Bueno, seguro pensé en refugio por la necesidad de proteger a los bichitos esos, me dije nuevamente. En fin, así lo dejé rebotando en alguna parte del cerebro unos días.

Esta mañana busqué los datos de la expo en internet. Me había olvidado de su gramática tan cercana a nuestras lecturas. Tan Antropoceno. (¿Cómo me pude olvidar?) De hecho, leyendo aprendo que Molusma, que aparentemente en griego significa mancha/ contaminación, fue un término propuesto en los años 60 para designar la era geológica actual, signada por la producción de desechos y contaminaciones diversas pero que fue dejado de lado en favor de “antropoceno”. Sigo leyendo y entiendo que toda la exposición intenta revalorizar la idea detrás de este término descartado, utilizando materiales recuperados, dando cuenta de vidas humanas y no humanas cuya interdependencia se va sedimentando con el tiempo. ¡Y yo simplemente había pensado en los bichitos!

Lo cierto es que una buena parte de la exposición está compuesta por unas construcciones pequeñas de adobe en la que prima la heterogeneidad de materiales y texturas y que resultaban de lo más protectoras para los saltamontes cuando invadíamos con nuestros pasos humanos el piso de la sala. En un sentido las construcciones operaban como refugios para los insectos asediados por los humanos. También para la hija de dos años de los amigos con los que visité la exposición, que se instaló adentro de una y no quería salir ni con la promesa de un chocolate. Pero en otro sentido, más cabalmente, creo que la exposición va en esa dirección sino en la contraria. Que es tal vez la misma pero de otro modo. Ahora se me ocurre que todo apunta a hacer sentir a quienes la visitan que no hay refugio posible – la exposición da cuenta de los estragos de la agricultura intensiva, el estado catastrófico de los suelos, del mar, etc. – sino en los ínfimos intersticios en los que se articulan organismos vivos diversos y en los que una forma de entendimiento parece posible.