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Un campamento fluvial

David Casado Neira

Tübingen (Alemania), Febrero de 2022

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Se trata de una ciudad pintoresca, como uno se imagina una ciudad con pasado medieval en Alemania. El río la la atraviesa está cruzado por diferentes puentes, más recientes, más viejos, unos en obras y otros proyectados. Algunos son para el tráfico rodado, los hay para peatones y bicicletas, y del tren. Los puentes no ofrecen nada muy interesante cuando se cruzan, de desplazan bajo nosotros, pero al cruzar navegar por el río podemos ver sus partes púdicas, lo que estuvo diseñado para ser estrictamente funcional. Así descubrimos colchones y utensilios que habitualmente quedan ocultos a la vista. Hasta hace poco también se podía ver un campamento que era extrañamente invisible. Estaba situado en plena zona residencial de casonas y palacetes en la que desemboca un viaducto que desaparece en un túnel, en una de las zonas de más abolengo de la ciudad. A ambos lados viejas casonas en pleno uso, la que nos interesa es una que aloja una hermandad de estudiantes (una mezcla entre club privado inglés y residencia universitaria exclusiva). Bajando por un tramo de escaleras entre el jardín que llega hasta el río y el pilar del viaducto llegaba hasta hace unos años a un campamento para sintechos a orillas del río, solamente estando dentro del río era identificable en parte a través de la vegetación.

Nació de la propuesta de un arquitecto local para facilitar una estancia provisional a quien la necesitase. Estaba compuesto de cinco o seis cabañas de madera de apenas cuatro metros cuadrados. Cuatro paredes y un techo sin más acondicionamiento. En 2012 se promovió un acuerdo con el ayuntamiento para una acción de reparación de las cabañas. En un fin de semana se unieron voluntarios particulares, empresas y algún famoso local para llevar a cabo las reparaciones oportunas y mejorar las habitabilidad.

En 2020 se pone en marcha un proceso de renaturaluzación de los márgenes del río para evitar facilitar zonas de baños, zonas de anidamiento de aves, de puesta de peces y área de paseo. El campamento se desmonta, bajo los argumentos, entre otros, de la precaridad de la vida en él, del riesgo para la seguridad pública y el efecto de sus habitantes sobre los márgenes renaturalizados. Todos seguro que ciertos y todos legitimables. Un biotopo creado para hacer posible una forma de vivir, se sustituye por otro que permite otras formas de vida, pero siempre nos queda la sospecha de una excusa razonable: en esta ocasión de impacto mediambiental del enclave. El lugar era conocido como Berberhütten, Hütten de cabaña, Berber de berebér, nómada, sin techo.

Desconozco los detalles sobre el paradero de los habitantes del poblado, quizá vivan en mejores condiciones, quizá alguno ya haya muerto, quizá vivan en peor. No lo sé.

Era una imagen impagable pasar con la piragua por debajo del viaducto y entrever el campamento a los pies de la casona bajo el ruido del tráfico.