Home » Glosario desvincular » Emparentar

Emparentar

Elixabete Imaz

Copyright

Desde el comienzo de ViDes emparentar ha sido un concepto que ha resultado intuitivamente útil para el proyecto. El verbo emparentar tiene algo aparentemente contradictorio. Porque emparentar es hacer parientes y tendemos a pensar que los parientes “son” o “se tienen”, pero que no “se hacen”. Esto tendría que ver con esta idea instalada de que el parentesco es un vínculo de sangre, biogenético, por nacimiento… O más bien: la idea instalada de que creemos que el parentesco es para nosotros un vínculo de sangre. Sin embargo, en la historia europea, en particular, se pueden constatar sistemáticas estrategias y esfuerzos de crear parentesco y de emparentar gente: todos los matrimonios de conveniencia y concertados, en especial entre las clases altas, son modos de emparentar gente. Pero no solo el matrimonio, también el parentesco espiritual (padrinazgo, madrinazgo, compadrazgo…) tuvo que ser controlado y limitado por la iglesia para contrarrestar la extensión y entramado de vínculos que se sobreponían y competían con el entramado del parentesco de sangre. Es así cómo se obligó a reducir este parentesco espiritual a un solo padrino y madrina por niño o niña y que se promoviese que estas figuras preferiblemente se yuxtapusiesen al parentesco biológico (los abuelos, abuelas, tíos y tías pasaron a ser los candidatos preferentes al madrinazgo y a padrinazgo).

Emparentar, de hecho, es un verbo que aparece en el DRAE con esa acepción, más abierta: “contraer parentesco por vía de casamiento” o “adquirir una cosa relación de afinidad o semejanza con otra”. Así si alguien se dice que está “bien emparentado”, quiere decirse que esta persona tiene parentesco con una casa ilustre.

Emparentar remite, pues, a una noción de parentesco voluntariosa, estratégica o, al menos, activa y/o dinámica: una persona se hace, se va convirtiendo en pariente, pero también puede desemparentarse (este verbo no existe para el DRAE, aunque sí el participio desemparentado = sin parientes). En la etnografía de fuera de Europa o no occidental es donde la antropología ha sabido encontrar esta concepción activa de parentesco en forma más explícita: la convivencia y la comensalidad, la participación en algo, la adquisición y producción de una misma sustancia, definen en esos otros lugares el parentesco. Otra característica es que, en estos lugares, el parentesco es entendido como un proceso en el tiempo, a lo largo del cual el emparentamiento (el parentesco mismo) se densifica o aligera, incluso se diluye, como sugiere Carsten (2007).

De todas formas, la concepción activa del parentesco, es decir que el parentesco está haciéndose a cada raro, no está ausente de la tradición europea. Así la tercera acepción de emparentar en el DRAE es interesante: se dice que emparentar es “señalar o descubrir relaciones de parentesco, origen común o afinidad”. Es decir, al explicitar, desvelar, recordar, descubrir, describir los vínculos el parentesco se activa o se crea. Es así que los aficionados a la genealogía, en su actividad no representan una red de parientes preexistente, sino que conforman un parentesco que no era más que potencialidad, que no es, sino que puede llegar a hacerse.  La genealogía como hobby que se ha desarrollado en las últimas décadas tiene como uno de sus grandes alicientes localizar personas que tengan el mismo apellido o procedencia y, a través de las redes sociales, crear extensas parentelas y grupos de “primos” que no tenían existencia previa.

Todo esto lleva a pensar sobre diversas cuestiones anexas a la reflexión sobre emparentar: ¿cómo son las (in)materialidades sobre las que se construyen estos emparentamientos? ¿cuáles las estrategias, el pragmatismo o la intencionalidad que contiene determinado proceso de crear parentesco? ¿Qué carácter tiene y qué obligaciones conlleva el vínculo creado? ¿Cuál la intensidad de la obligación que implica? Todas estas son cuestiones que son valiosas en relación con el proyecto y a cada uno de los casos que analicemos.

Referencias

Carsten, J. (2007). La sustancia del parentesco y el calor del hogar: alimentación, condición de persona y modos de vinculación (relatedness) entre los Malayos de Pulau Langkawi. En R. Parkin y L. Stone (Eds.), Antropología del parentesco y de la familia (pp. 515-542). Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces