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Fundación Canguro

Magdalena Caccia

Montevideo (Uruguay), 17 de octubre de 2022

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Luego de un encuentro con Gatti donde conversamos sobre diferentes ideas para el proyecto de tesis, entre ellas, la posibilidad de trabajar sobre los bebés robados: en España, pero también en América; en el pasado, pero también sus derivas en el presente; bebés, pero también niños, niñas, adolescentes, apartados de sus familias de origen por motivos diversos (de raza, de clase, políticos), me dispongo a leer la diaria, un periódico uruguayo, y esta nota aparece entre las más destacadas. Qué oportuna. La nota se centra en una denuncia radicada ante la Institución Nacional de Derechos Humanos de Uruguay por un proceso de adopción poco transparente de un bebé nacido en el Hospital Pereira Rossell, en Montevideo, hospital donde dan a luz las mujeres pobres. El relato presenta similitudes con otros casos de “separaciones forzadas”: madres a las que no les permiten ver al recién nacido, generalmente aduciendo razones médicas, y muy pocas o nulas explicaciones por parte del personal del centro de salud. De acuerdo a la nota, la mujer no se enteró sino hasta varios días después de que su criatura estaba en el área de Adopciones del Instituto del Niño y el Adolescente en Uruguay (INAU). El informe que avaló que este hecho sucediera, habría sido firmado por personal del Hospital, en coordinación con la Fundación Canguro, quienes arguyeron que la madre era analfabeta, pobre y aparentaba discapacidad intelectual, motivos, al parecer, más que suficientes para ser considerada incapaz de maternar.

El caso de la nota no es el único, hay más denuncias, hay más informes que determinan la “condición de adoptabilidad” de los recién nacidos. La Fundación Canguro parece tener su que ver en todo esto. En su página web, se presentan como una fundación cuyo objetivo es “mejorar los primeros 90 días de vida de aquellos bebés que, por distintas circunstancias, deben permanecer en el Centro Hospitalario Pereira Rossell”; y afirman que apuntan al “amor” (nutrición afectiva), a la “salud” (física y mental) y a las “mejoras” (ánimo, ciclo de sueño, vigilia). Se basa en el trabajo voluntario de 350 personas, según la web, gracias a quienes ya han sido atendidos 878 bebés. No queda claro en qué momento la colaboración en la realización de informes -que determinan que un bebé sea apartado de su familia de origen- pasa a estar dentro de las tareas de la Fundación. No queda claro, tampoco, qué papel juega el Estado: ¿no es el INAU quien debe analizar estas situaciones? La cosa está turbia, por eso las denuncias y la preocupación, sumado a un contexto donde la Ley de Urgente Consideración (LUC) -impulsada por la coalición de derecha que gobierna el país desde 2020- se propuso agilizar los trámites de adopción, alegando que los plazos que se suelen manejar son extremadamente largos.

Es inevitable el paralelismo con casos históricos: la aparición de una Fundación que ocupa los huecos que va dejando lo público, recuerda a las órdenes religiosas de otras épocas, o a los patronatos, supuestamente protectores. Los hospitales como lugares de vulneración de derechos (especialmente de las mujeres), tampoco son novedad, y la figura del médico, autoritario y omnipotente, mucho menos. Sin embargo, dentro del imaginario uruguayo, donde el Estado protege y, sobre todo, regula, es imposible pensar que estas situaciones puedan tener lugar. La noticia no cuenta qué pasó con el niño, si la madre lo recuperó, o si los funcionarios del INAU entendieron que con el informe que venía del hospital, su suerte estaba sellada. Tampoco encuentro más información sobre la Fundación Canguro que no sean halagos y agradecimientos por su desinteresada tarea, incluso aparecen varias imágenes de voluntarios, “canguros” del mundo de la música, la televisión y el teatro. Es que nadie podría oponerse a una iniciativa que apuesta por que las primeras semanas de vida de un bebé sean cuidadas y en un entorno agradable, donde se priorice el apego. Pero si las propias madres no participan de estas decisiones, y muchas veces están en medio de procesos judiciales por la tenencia de sus hijos, ¿de qué protección y de qué cuidados estamos hablando?