A partir de observaciones al paso y conversaciones y fotografías de calle este texto ofrece un pequeño panorama sensorial de una ciudad que se ofrece hoy tan exuberante en aparatos de cuidado y control de la miseria como obscena en el muestrario de sujetos abandonados a la intemperie. París es la ciudad que sirve de excusa para pasearse por este ejercicio de constatación impresionista de las evidencias de un derrumbe.