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Itinerarios y movimientos

María Martínez

Alzira (Valencia), 3-10 de Septiembre de 2023

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Pasé la primera semana de septiembre en una ciudad de la Comunidad Valenciana, Alzira. Es una ciudad pequeña, pero me pareció que punto de referencia comarcal probablemente porque tiene o tenía un cierto desarrollo industrial. Allí tiene una sede la UNED y me tocaba desplazarme para el tribunal de exámenes de la convocatoria extraordinaria. Me alojé en un apartamento muy mono en la parte vieja, cerca de la plaza mayor. Era la zona peatonal de la ciudad. El lunes salí temprano por la mañana de camino a la sede de la UNED que estaba a unos 15 minutos caminando. A los pocos metros del apartamento, aún en la zona peatonal, en un hueco que dejaba la entrada de una tienda de ropa, un cuerpo cubierto desde la cabeza hasta los pies reposaba sobre un colchón. Me sorprendió la postura y que estuviera totalmente cubierto. A la vuelta al apartamento, hacia el mediodía, la tienda estaba abierta y ya no había ni objetos ni cuerpo. Sin embargo conseguí distinguir los mismos objetos frente al portal de un edificio antiguo muy cercano a la tienda. Estaban los objetos, pero ni rastro de su propietario/a.

Al día siguiente más o menos a la misma hora pasé por el mismo lugar. Ese día ya no había ni cuerpo ni objetos en el hueco del escaparate de la tienda, ni tampoco frente al edificio antiguo. ¿Dónde habría ido? ¿Sería la única persona sin hogar en esa ciudad pequeña? Un par de días después salí temprano por la mañana a caminar. No tenía que ir a la UNED hasta la tarde y aproveché el frescor de la mañana para conocer partes de la ciudad que no quedaban en mi itinerario apartamento-UNED. Me dirigí hacia las murallas de la ciudad. Google maps me indicaba que cruzara la plaza mayor que estaba a poquitos metros de mi apartamento. Al cruzar volví a ver a quien días antes ocupaba la entrada de la tienda. Esta vez estaba en la entrada de una sucursal bancaria. No recuerdo su postura, pero seguía estando cubierto. Estaba acomodado/a sobre un colchón y tenía varias mantas que le cubrían. Un escalón más abajo dos bolsas de esas de la compra “ecológicas” le servían de guarda-propiedades. De una se veía sobresalir algo de comida y bajo esta algo de ropa. Al terminar el paseo y desayunar en esa plaza mayor volví a pasar por la sucursal bancaria. Ya no había rastro ni del cuerpo, ni de los objetos.

Pensé volver a verle en alguno de los dos días que aún me quedé en la ciudad. No fue así.