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Sustanciar

Cynthia Sarti

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La palabra “sustanciar” en nuestro glosario complementa “emparentar” en, por lo menos, dos sentidos: mantiene la forma de un verbo, lo que expresa la idea de que los vínculos se hacen, son hechos, hacen, envuelven, por lo tanto, movimiento, proceso, agencia; y abre, a la vez, la posibilidad de seguir preguntando cómo y de qué se hacen los vínculos. Busca, de esa manera, dar cuenta de la materialidad y de la inmaterialidad de las “sustancias” asociadas a los vínculos y a las relaciones que producen (relacionalidades).

Propone huellas que permitan poner nuestra atención a la infinidad de sustancias que crean o atraviesan los vínculos, que pueden ser, como dice Carsten, corporales (sangre, fluidos sexuales y otros, leche, etc.); materiales (comida, tierra, fotos, cartas, tarjetas, documentos, etc.); e intangibles (sufrimiento, dolor, memoria, recuerdos).

Sustancias materiales de los vínculos

La primera de estas dos imágenes, probablemente más reconocible, es la materialización del ADN humano. La segunda es una de las opciones de imagen que Google ofrece cuando se escribe: “molécula de la leche”. La sangre (traducida aquí en ADN), ya lo hemos dicho, es lo que sostenía el vínculo de parentesco. De ahí la idea popularmente conocida de que “la sangre es más espesa que el agua”, que actúa reafirmando obligaciones y deberes en el marco de un vínculo biológico sobre otro tipo de vínculos. Carsten (2007) cuestionó la universalidad de esta idea con su trabajo sobre los malayos de Palau Langkiwi al proponer que el alimento, y concretamente el compartir la leche materna, era lo que constituía el vínculo entre hermanos/as. La propuesta de Carsten es mucho más abierta porque no está apostando por la universalidad de la leche como sustancia, sino cuestionando la idea de universalidad. Ahora bien, si no hay universalidad, ni tampoco una y unívoca sustancia que genere vínculos, sino sustancias, en el plural, la pregunta que emerge es: ¿es la sustancia condición sine qua non del vínculo? ¿puede haber vínculos sin una y unívoca sustancia? ¿qué sustancias materiales pueden generar vínculos entre quienes no están ligados por vínculos de sangre? La respuesta requiere la observación atenta de las distintas situaciones y contextos de investigación.

Lo que interesa en esas preguntas es plantear de manera amplia la idea de sustancia, disociándola de algo biológico o natural, para hablar de una materialidad que permita ampliar el espectro de respuestas. Las materialidades generan parentesco, entonces, más allá de las sustancias biológicas o naturales —sean la sangre o el alimento—, recorren el tiempo no linealmente (lo estiran o lo contraen, tal y como lo argumentaba García en su trabajo (2019) o se ve en la película Antonia’s line), se activan y se desactivan (como trabajan tanto Carsten como García), se densifican y se diluyen, hacen parentesco de una forma fragmentaria y son entidades activas en la construcción del vínculo (Haraway, 2017). Un ejemplo de ello podrían ser las cartas, que en el trabajo de Ángela García eran los canales que vehiculizaban relaciones y vínculos; esas cartas eran más que la materialización de un vínculo, eran su condición de posibilidad.

Esas materialidades no son solo cosas, objetos, materias corporales, sino también espacios, o mejor, espacialidades (en su concreción), lugares que nos llevan a pensar en otras formas de darle sustancia a los vínculos; por ejemplo, las “casas” de acogida para diferentes personas agrupadas bajo una dada condición: migrantes, refugiadas, tratadas, etc. ¿Puede una casa crear parentesco? Es interesante porque esas casas remiten a definiciones clásicas de “un techo en común”, pero lo que une a los que están bajo ese techo, lejos de ser la sangre o cualquier vínculo de parentesco, es la condición de compartir “vidas descontadas”. Volvemos aquí a la espacialidad de los vínculos: ¿Qué hay en la “casa” —el lugar donde se vive— para calificar o identificar a quienes la tienen o a ella pertenecen, sea de forma permanente, sea solamente de forma provisoria? ¿Y si no la tienen? ¿Qué significa esa ausencia? A ese respecto, Mia Couto, el escritor mozambiqueño, tiene una frase inspiradora: “O importante não é a casa onde moramos, mas onde, em nós, a casa mora”.

Otras sustancias

Pensamos en otras sustancias que permitan otros acercamientos a los vínculos en las situaciones de investigación con las cuales lidiamos en ViDes, situaciones que, por definición, se caracterizan por la ruptura, el deshacerse de los vínculos y el estar frente a la necesidad de seguir y reconstruir la vida y, así, (re)hacer vínculos. Estos acercamientos tienen el sentido de constituir herramientas para hacer la investigación; colaboran con nosotras/os para pensar sobre lo que hacemos y sobre cómo lo contamos.

Podemos partir de la idea, inspirada en Veena Das (2007), de que la experiencia de la violencia, al destruir el mundo como era habitado antes, trae con ella, o abre, la posibilidad de (re)construir otras formas de vida; o sea, paradójicamente la violencia destruye y crea nuevos vínculos, porque es necesario seguir viviendo. Seguimos, así, con las preguntas: más allá de la fuerza simbólica de las referencias familiares para establecer vínculos, ¿qué otras sustancias, materiales e inmateriales, permiten crear vínculos y nos mueven a buscarlos, a hacerlos? ¿qué son esas sustancias? ¿dónde están? ¿cómo surgen? ¿cómo mirarlas y verlas?

Para seguir esa huella, valdría la pena investigarlas como “cosas” y “necesidades” (sustancias materiales e inmateriales), que nos hacen vivir, crean vínculos, mueven hacia el otro. Una posibilidad es prestar atención a las múltiples actividades que se podrían incluir en una idea amplia de trabajo: hacer comida, pensar dónde dormir y vivir, ocuparse de la salud y todas las cosas implicadas en satisfacer las necesidades de la (re)construcción cotidiana de la vida (el anclaje en lo cotidiano). Metodológicamente es una forma de partir de lo que nos mueve hacia el otro, o sea, de crear vínculos, sin definir de antemano en que ámbito de la vida social eso se da. Esa definición sería, entonces, a posteriori. Resulta de la preocupación por abrir caminos para disociar los vínculos del parentesco y ver qué otras sustancias crean vínculos. ¿Cómo opera, por ejemplo, la idea de amistad en situaciones límite como las que trabajamos en ViDes? ¿Está presente? ¿Quién se hace “amigo/a” en esas circunstancias?

Sustancias inmateriales de los vínculos

Otra huella, que complementa la anterior, tiene que ver con lo que se puede definir como lo intangible de los vínculos, que viene de su inmaterialidad. Además de la comunidad que se crea a partir del sufrimiento, de la que hablamos antes, esa idea tiene inspiración, entre otros, en el libro de Grace Cho, Haunting the Korean Diaspora (2008). En el primer capítulo del libro, la autora discute el lugar de los “fantasmas” en las ciencias sociales, o sea, cosas y personas que, sin estar, asombran la vida social e individual con su presencia. La discusión interesa a ViDes menos por la solución que ella propone (por medio de la noción psicoanalítica de trauma intergeneracional), aunque sea también interesante, que por lo que abre como problema para pensar los vínculos en su dimensión intangible e incorporarla a nuestra discusión. Pensar lo intangible de los vínculos, en la perspectiva intergeneracional, remite, además, a otras cuestiones que ya hemos discutido, como el “contagio” que atraviesa el parentesco, con temas, cosas, sentimientos que recorren generaciones y crean la identidad familiar, preservando su presencia e importancia en las relaciones a lo largo del tiempo (como fantasmas que asombran la vida y de los cuales no se puede escapar, que es la idea de Grace Cho), en un compromiso que es también político (por ejemplo, los movimientos de madres, abuelas, hijos/as, etc. de desaparecidos).

Por ese camino, se incorpora también a la reflexión el tema inevitable de la memoria, como sustancia que produce y es producida por y en los vínculos, asociada a un trabajo de buscar constante, a lo inconcluso de las experiencias que se deshacen sin deshacerse totalmente, porque siguen presentes de alguna manera, no necesariamente como fantasmas, sino que simplemente como parte de lo que nos constituye.

Referencias

Carsten, J. (2007). La sustancia del parentesco y el calor del hogar: alimentación, condición de persona y modos de vinculación (relatedness) entre los Malayos de Pulau Langkawi. En R. Parkin y L. Stone (Eds.), Antropología del parentesco y de la familia (pp. 515-542). Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.

Cho M., G. (2008). Haunting the Korean Diaspora. Minneapolis: Univ Of Minnesota Press.

Das, V. (2007). Life and words: violence and the descent into the ordinary. Berkeley and Los Angeles: University of California Press.

García, A. (2019). Fragments of Relatedness: Writing, Archiving, and the Vicissitudes of Kinship. Ethnos. Journal of Anthropology, 85, 717-729.

Haraway, D. (2017). Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Bilbao: Consonni.