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¿Catas inapropiadas?

María Martínez

Buenos Aires (Argentina), 20 de abril de 2023

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Hacer catas implica estar (más o menos) constantemente alerta para detectar cositas que de alguna u otra manera se relacionen con ViDes. Aquí en Buenos Aires estoy más predispuesta a ello y el lugar tiene probablemente más escenas propias del proyecto: refugios, no en su totalidad sin esa forma, o sea, no refugios institucionales sino cosas o sitios que podrían servir de ello; también gentes de malas vidas, no en el sentido que le daba a la mala vida el franquismo (léase la prostitución; perdón por la anotación es que estoy en lecturas de ese tema), sino de vivir mal. Mis sentidos atentos (y lo digo en plural porque el olfato está jugando un rol importante estas semanas) captan en ocasiones algunas cosas que me parecen tener su potencial de cata. Sin embargo, hay algo que me hace sospechar de la posible sobre-interpretación por sobre-adjudicación de sentido que estoy proyectando sobre la cosita vista. Pongo unos ejemplos:

El primero, y es por orden de encuentro, fue un montón de ropa usada, vieja. Sí, no han leído mal, un simple montón de ropa. Caminando por la avenida en la que vivo, una avenida relativamente amplia (4 carriles), tras pasar por el subterráneo del tren que la cruza, vi un día un montón de ropa en la acera, a los pies de una farola que también sostenía un cubo de basura (de los simples, no un contenedor). Frente al poste-basura-ropa, un portal que dejaba un gran espacio para que alguien se refugiara aunque fuera un instante. Ambos elementos —montón de ropa usada y hueco— conectaron algo que en ViDes hemos llamado huecos-refugio y de lo que hemos encontrado “muestras” en muchos lugares, sobre todo en el espacio urbano. Empecé a hacer mentalmente unas notas que pudieran dar lugar a una cata-viñeta. Me contuve y no se tradujo en nada. En realidad no había nada más que me hiciera pensar que allí había un refugio (ni su posibilidad), ni ningún des- de los que interesan al proyecto que lo hubiera o fuera a ocupar.

El segundo fue en uno de los parques a los que habitualmente vamos con el peque. Fue el pasado fin de semana. Vi a una mujer con su hijo (escena normal en un parque de juegos) que me suena que es “vecina” del barrio; vaya, que creo que la he visto en otras ocasiones en ese parque y en otros lugares. En esa ocasión mis ojos se tornaron ante la siguiente escena: el niño lleva en su mano —lo había visto en otra ocasión— un bidón de esos de agua rectangulares en el que va metiendo tapones de botellas. Entre columpiarse un rato en la “hamaca” y bajarse un par de veces del tobogán, el niño se “entretiene” buscando tapones y metiéndolos en el bidón que carga incluso mientras juega. Lo que hizo que mis ojos se tornaran fue que el niño miró en el cubo de la basura que hay en el parque y metió la mano. En ese momento su madre le paró y sin decirle nada le dijo que aquello no era propio. Se pueden buscar tapones, pero no en la basura, o no en la basura del parque de juegos. De nuevo, mi instinto (quizás compulsivo) ViDes vio algo que me parecía que era “catable”. No era sólo porque claramente (aspecto y ropa dixit) madre e hijo eran de clase popular, límite pobres, tampoco exactamente por recoger tapones (¿recuerdan una campaña en España de recogida de tapones para, creo, la compra de sillas de ruedas?), un poco más por el gesto de la madre por prohibir meter la mano en la basura dentro de un parque de juegos. En el parque, en el que quien lo haya vivido sabe que hay mucho tiempo muerto, ya pensé hasta en un título para la cata —el juego de los tapones—. Tampoco la hice. Me surgieron dudas sobre la falta de contexto (un poco como en la anterior) y la obligación de deducir (quizás sobre-interpretar) a la que me veía obligada.

El último ejemplo es esta cata que he hecho el otro día sobre el “Parque de los mendigos”. En sí mismo el caso no interesa al proyecto —es un “refugio” tras la guerra civil española y no habla exactamente de nuestros “des-contados”—. Empecé a escribirla y paré. De nuevo, me acechaba la falta de contexto, de información y la duda a la sobre-interpretación. También dudaba de la conexión de aquellos pobres (o “multitud harapienta y miserable”) y los descontados del proyecto. En efecto, sola, esa cata, no tiene sentido. Pero ¿qué pasa si la ponemos en relación con esta o esta sobre parques, o sobre las reflexiones aún no públicas que hemos tenido sobre el tema a raíz del plantacionoceno? ¿Y si lo hacemos con esta o esta sobre espacios transformados en refugios? ¿o si problematizamos a esa “multitud harapienta y miserable” como se ha hecho en otras catas (por ejemplo, esta) o en una de las herramientas del proyecto (esta)? Es decir, en sí misma ni esta (ni las otras) catas tienen sentido, pero quizás si lo adquieran cuando se ponen en conexión con otras, cuando lo vemos como parte de un puzzle o un patchwork.